Contando experiencias... hasta el final

Para cerrar finalmente el capítulo de los cruceros, he de hacer antes hincapié en unos pequeños consejos previos al viaje. Personalmente creo que hacer un crucero es una de las formas más económicas y prácticas de conocer diferentes países, pero, generalmente, sólo hay tiempo para visitar y fotografiar los sitios más celebres de las ciudades, apenas tienes tiempo de adentrarte en la cultura del sitio, degustar los platos típicos, conocer la gente de la ciudad en la que te encuentras, y de visitar los sitios peculiares de cada lugar (no los que tengan más afluencia turística).

Carátula de la película:
Si hoy es martes, esto es Bélgica

 Para paliar esto, una buena forma de conocer las ciudades es contratar una excursión para que un guía turístico del crucero te presente la ciudad, así te enteras de la historia y las curiosidades que generalmente desconoces de las ciudades que visitas, conocimiento que disminuye el efecto de sentirte como los protagonistas de la película: Si hoy es Martes, esto es Bélgica (la cual te recomiendo), y no tienes que controlar regularmente la distancia que hay entre el punto en el que estás respecto al puerto ya que ellos están acostumbradísimos a la ruta y no se despistan en ningún momento.

Los camarotes del barco son totalmente seguros, puedes dejar todas tus pertenencias sin problemas, no obstante, repito, no hay que tentar a nadie, llévate lo necesario. En cuanto al dinero, intenta llevar billetes pequeños para no tener problemas con el cambio. En todos los barcos de crucero hay un servicio médico así que no hace falta que te lleves pastillas para el mareo o para otra dolencia común, allí te las suministrarán sin problemas.

En cuanto a la ropa que te lleves –que no debe de ser excesiva puesto que los camarotes son pequeños y los armarios de éstos también-, te recomiendo guardar en la maleta chaquetas, jerséis y pantalones largos aunque vayas en verano porque para entrar en ciertos sitios como en el Vaticano o en alguna mezquita de Túnez hay que llevar ropa que no enseñe demasiada piel (también te aconsejo llevar esta ropa si quieres evitar posibles bromas de tunecinos que le sugieran a tu acompañante tu propio intercambio por algunas ovejas). Tampoco puedes olvidarte de guardar calzado cómodo, unos botines siempre serán más cómodos que unos zapatos de aguja…

Respecto a la comida, en teoría no puedes sacar la comida fuera del barco, pero si la guardas con disimulo en un bolso o mochila los trabajadores del barco mirarán hacia otro lado...

Hacer un crucero es una de las mejores formas de viajar porque disfrutas de las comodidades que tiene un hotel de tres estrellas mientras viajas a gran velocidad, movimiento del que únicamente eres consciente cuando llegas a cada ciudad y sientes cómo tu cuerpo se balancea suavemente en tierra los primeros minutos. El estrés que se vive en las ciudades es la antítesis a la quietud y el clima de relajación que se transmite del barco en donde todos los trabajadores están ahí por y para tu disfrute con una sonrisa de oreja a oreja, sobretodo los animadores turísticos que tanto avivan la experiencia. Sumérgete en la piscina, relájate en la tumbona de la cubierta, grita en la proa del barco –¡¡Soy el rey del mundo!!-, toma el sol en el jacuzzi, baila en la discoteca, disfruta de los espectáculos nocturnos, toma clases de baile, juega al bingo y al ping- pong, haz nuevos amigos y sobretodo… comparte tus experiencias.